Ser Arte

Aprendizaje

Primeros años

El dibujo era su gran pasión y tomaba apuntes en cualquier papel. Esa pasión no le abandono nunca. En Sevilla dió sus primeros pasos, comenzando a vislumbrar un camino que adivinaba a lo lejos. Comenzó a pintar, para aprender a pintar, a conocer sus secretos, su técnica, la composición. Ya en Brasil, en el vibrante mundo cultural de Sao Paulo y sus Bienales, Romero D. Fran intuyó el fascinante mundo de la modernidad, un nuevo concepto de pintura que, sin llegar a la abstracción, le parecía más adecuado a su manera de concebir el mundo y el arte.

Temática

Los temas de su obra fueron variando con el tiempo, con sus vivencias y las aportaciones de otros pintores y artistas que le sugerían nuevas vías de trabajo. Su abanico se fué ensanchando al principio, interesándose tanto por la figura humana como por la trasposición del paisaje y de la naturaleza a un estado pretérito e ideal, rústico y primitivo. Pasado el tiempo, recorrió el camino inverso, estrechando su paleta temática, hasta centrarse, casi exclusivamente en la figura humana, con especial atención a lo femenino, en sus distintas formas: mujer, madre, fertilidad.

Materia

El papel, la cartulina, el lienzo son los soportes que utiliza Romero D. Fran en una gran parte de su obra. Va introduciendo la madera, el espacio hueco, lentamente, poco a poco, hasta que, de pronto, se adueña de su obra y se convierte en el material exclusivo. A partir de un determinado momento, Romero D. Fran convierte el juego de luces, huecos, relieves, coporeidad, en un objeto único, la escultopintura, que representa la fusión de la pintura con la escultura en un espacio compartido. La madera labrada, esculpida, se abraza al marco de la pintura para integrarse en un nuevo material y en un nuevo soporte.

Madurez

Con voz propia

El progreso en la obra  de Romero D. Fran se fragua en su búsqueda de lo esencial, eliminando los artificios y las adherencias impuras en su obra. Tanto desde el punto de vista formal, en la temática y en la materia, como en el conceptual, el resultado de ambos, su fusión, la obra de Romero D. Fran se va depurando, hasta llegar a la desnudez más absoluta en el uso de la escultopintura, donde todo queda reducido a la mínima expresión: material sencillo, formas poco sofisticadas, rudas, casi arcaicas, apenas color y formatos contenidos, casi ascéticos.

Su mundo

En realidad el mundo de la obra de Romero D. Fran es el resultado de un camino espiritual a lo largo de su vida, una búsqueda que diera sentido a su forma de ser y estar. Su obra está impregnada de una filosofía estoica de profunda raiz andaluza, desde los tiempos de Séneca. Su mundo no es grande ni grandilocuente, es, más bien, pequeño, cercano, cálido. Cuando Romero D. Fran logra trasladarlo a su obra, encuentra que la madera es el mateiral que mejor lo representa: humilde, noble, sencillo y cálido. Sus motivos primitivos, primorosamente cincelados, le unen a sus ancestros y a una forma de representación esencial.

Laskut, lo primigenio

La realidad imaginada puede convertirse en la fuerza motora de un artista, dejando a un lado las circunstancias concretas que viva. Es una manera de huir de lo cotidiano, de lo simple, buscando un más allá de las cosas. Romero D. Fran tenía un imaginario, Laskut, hecho de fragmentos de recuerdos, vividos o imaginados, pero tan reales unos como otros. Laskut era un espacio, también un modo de ser, una historia, unos valores y un paraíso perdido. Allí, en Laskut, Romero D. Fran se perdía y encontraba los motivos de su obra, su sentido.